Algo para Savin Me

- Si…creo que eso está también solucionado- sonreí- no, para nada…
Llevaba horas hablando por teléfono con uno de mis clientes, no se decidía por qué casa compara ni nada.
- No se…-alguien tiró de mi, puesto que al cruzar de acera, por poco me pilla un autobús.
Me di la vuelta para ver quién me había salvado, pero no había nadie. Me quedé petrificado. Había estado tan cerca de la muerte.
Un momento… ¿qué pasa…? ¿Qué son esos números…? Todas las personas tienen en su cabeza, como un cronómetro cuenta atrás.
- Disculpe…- le dije a un hombre. Le pasé la mano por los números, pero no desaparecían
- Eh! ¿Qué hace…?
- Disculpa…- le dije a una chica. Hice los mismo, pero los números seguían su cuenta atrás
- ¡Déjeme!
Me senté en un banco y me pasé las manos por la cara. Una mujer se sentó a mi lado. Ella tenía los números en la cabeza “20.895.351.35” cuenta atrás.
Intenté quitárselos, pero no podía.
- ¿Qué hace…?- la mujer se fue
¿Qué pasa…? ¿Qué son esos números? ¿Nadie se da cuenta de que los demás también lo tienen? ¿Qué está pasando…?
Me apoyé en una pared abatido.
Un coche ambulancia estaba aparcado al lado, dos hombres salieron con una camilla. Sacaron a una anciana, me fijé en los números que tenía en la cabeza.
Once, diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno…
Los números desaparecieron, y la mujer cerró los ojos.
Ahora lo entiendo…
La ambulancia se fue, rápidamente, aunque yo sabía que la mujer había muerto ya.
¿Los números nos dicen cuando morimos…?
Miré a una mujer, también tenía los números en la cabeza, hasta el pan que estaba comiendo.
Me miré a un escaparate, pero no me veía mis propios números. ¿Por qué…? ¿Estaría yo muerto…?
Un ciclista tenía también los números en la cabeza ¿Por qué yo no..?
Fui andando por la calle, pensado. Hasta que vi a una mujer. Se acercaba a su coche. Los números descendían rápidamente, lo mismo que le pasó a la anciana. ¿Estaría a punto de morir?.
Ya lo entiendo, quien me salvó la vida antes a mí, no debería de tener los números y yo sí. Ahora para que yo los tenga, he de salvarla.
La cogí de los brazos y la llevé hacia atrás, la mujer empezó a gritar, creía que la estaba atracando o algo.
Justo entonces, una grúa cayó sobre su coche, aplastándolo por completo.
Solté a la mujer.
Ella miró hacia atrás, pero yo ya estaba entre la multitud.
- Ahora te toca a ti…